San Lorenzo reguero de patios salpicados por el arroyo

MÁs informaciÓn La ruta de San Lorenzo de los Patios, en imÁgenes La ruta de San Lorenzo de los Patios, en imÁgenes / JosÉ MartÍnez

GalerÍa grÁfica: La ruta de San Lorenzo de los Patios, en imÁgenes El dÍa estaba algo nublado. Se sabÍa, o se intuÍa, que las lluvias volverÍan a hacer acto de presencia quitÁndole a la fiesta algo de belleza. Sin embargo, imponiÉndose al mal tiempo, allÍ estaban los Patios. La ruta de San Lorenzo, marcada sin duda por la iglesia que la nombra, es una de las mÁs pobladas de toda la fiesta. Hay que andar bastante para ver sus nueve recintos, pero el aroma de barrio que se desprende desde San AgustÍn hasta el arroyo de San Lorenzo hace de esta ruta una de las mÁs afianzadas dentro del Mayo Festivo.

AllÁ por Pastora, 2 se intuye un homenaje a Ricardo Molina en el zaguÁn del patio de Rafael BarÓn. Un altavoz emite Ojos verdes mientras la pequeÑa capilla que resguarda a la Virgen de la Salud comienza a ver cÓmo los turistas encienden velas en su honor. El color del patio, que fue primer premio el aÑo pasado, tampoco pasa desapercibido y es imposible no sacar el mÓvil y tomar fotos de todos los rincones que guarda el recinto.

Hay que cruzar por San AgustÍn para llegar hasta los siguientes patios de la ruta, dos estÁn en la calle Pozanco, en los nÚmeros 6 y 21, y el otro justo al lado, en Mariano Amaya, 4. AllÍ, en Pozanco, 6 de las paredes brotan macetas, un perol adornado y numerosas mariposas. El suelo, algo mÁs moderno de lo habitual, ve el discurrir de turistas y cordobeses que siempre felicitan a Mercedes por el trabajo que hace con las plantas. Y plantas hay (muchas) en Pozanco, 21. Elisa descansa sobre una silla de enea mientras teje algo de ganchillo. En el pozo que descansa en medio de este patio, al que se accede por un estrecho pasillo poblado de macetas, descansan dos galÁpagos. Felisa comenta que los cogiÓ hace muchos aÑos en el arroyo Pedroche “cuando aÚn se podÍa pasear por allÍ”. Tiene mÁs de 50 variedades de plantas y desde 1993 ha abierto el patio, que antaÑo albergÓ a diez familias, faltando tan solo un aÑo. Recuerda su infancia en el suelo empedrado donde se cayÓ mÁs de una vez: “Por eso no me dan miedo las piedras”. Y para no andar todo el rato comentando quÉ tipo de planta es cada una de las que habitan las macetas, en el patio de Mariano Amaya, 4 han decidido colocar carteles con el nombre de cada una. Curry, suegra y nuera, fresas… asÍ hasta completar los centenares de macetas rojas de tono oscuro de este patio donde destaca un antiguo pozo.

Reciente en el concurso se presenta por segundo aÑo el patio anexo a la iglesia del Juramento de San Rafael. Las mujeres de la hermandad decidieron dar vida a los dos recintos conectados por una pequeÑa capilla con adoraciÓn a la Virgen de FÁtima. Se agradece, y mucho, poder contemplar este pequeÑo rincÓn donde no falta una estatua de San Rafael ni restos arqueolÓgicos, una mÁxima en los patios de esta ruta. Una pequeÑa fuente en el patio del fondo tiene un pÁjaro tallado y dos mesas hacen pensar que aquÍ se hace vida porque merece la pena. “QuÉ cosa mÁs bonita”, se escucha mientras el silencio comienza a hacerse protagonista en este espacio.

La ruta de patios de San Lorenzo es tambiÉn la ruta de las iglesias. Este arrabal estÁ poblado de templos que dan un aire todavÍa mÁs antiguo a un recorrido donde la mayorÍa de patios tienen amplia experiencia. Por Alvar RodrÍguez se intuyen los mejores maceteros para plantas que marcan los patios de la fiesta. Un nutrido grupo de turistas sale del nÚmero 8 para dirigirse al 11. En el segundo llama la atenciÓn el pozo, cubierto de gitanillas y la fuente vuelve a dar la sensaciÓn de tranquilidad que se perdiÓ cuando se saliÓ al exterior. De las macetas azules brotan flores y al fondo, tras una reja que da a la escalera de la vivienda, asoma un cuadro de Manolete. La variedad floral es la que caracteriza al patio que cuida Ángela CortÉs, en Alvar RodrÍguez, 8. Un gramÓfono demuestra lo cuidados que estÁn los detalles en los recintos y la mesa que descansa en el centro afianza la certeza de que en los patios se vive.

Y si hay un patio caracterÍstico en esta ruta ese es el de Virginia Molina. Conocido como el patio del Vesubio, el recinto engancha la vista por sus contrastes de madera y aÑil, por sus reminiscencias artÍsticas y por el enorme zaguÁn que forma parte del mismo. “Bajo mis pies, entre mis manos, desgrano el mundo”, puede leerse en su escalera.

Finaliza la ruta de patios en concurso el de San Juan de Palomares, 8, un recinto escondido pero de los que deja buen sabor de boca. PequeÑo en dimensiones pero al que sus dueÑos, Julia y Gabriel, han sabido darle el toque perfecto.

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